En un hospital, todos los días se suministran cientos de fármacos y cada paciente requiere una dosis y una combinación determinadas. La informatización también puede ayudar en este sentido. Cada vez son más los centros que cuentan con un sistema para dispensar de forma automática los medicamentos. Con él no sólo se agiliza el proceso sino que se reducen considerablemente los fallos humanos.
Una férrea cadena de eslabones sustenta el proceso. El médico prescribe electrónicamente el tratamiento y los datos llegan al servicio de Farmacia, que chequea que no haya interacciones entre medicamentos. A continuación, la información se vuelca en el ordenador central, lista para ser consultada desde las consolas situadas en cada servicio.
A través de una pantalla táctil, las enfermeras acceden a la ficha de cada paciente, en la que se indica la terapia a recibir, y eligen los fármacos que desean extraer. Para poder abrir los armarios o las neveras tienen que identificarse con su huella dactilar y sólo se abrirán los cajetines con los medicamentos previamente seleccionados.
